Las arrugas deberían indicar simplemente dónde han estado las sonrisas. Mark Twain
Cada vez que recuerdas a tus abuelitos, seguramente piensas en personas amorosas, astutas y muy alegres. Muchos de ellos son personas admiradas por hijos, nietos y la comunidad, que les brindan su aprecio, cariño y protección.
Sin embargo, no todas las personas de la tercera edad corren con la misma suerte. Algunos son abandonados por sus familiares, y solamente sobreviven porque son rescatados por Centros de Apoyo Social. Entre estos está el Asilo de Ancianos La Providencia – Granada, que alberga a personas mayores brindándoles alimentación, protección y un techo para descansar.
¿Por qué involucrarse en una causa como ésta?
Lamentablemente, las necesidades económicas superan con creces los recursos de la institución. Es por ello que motivados por el interés de ayudar al prójimo, estudiantes de Fundación Victoria tuvieron la iniciativa de visitar a estas personas y llevarles alimentos, medicinas y principalmente, un tiempo especial para compartir con ellos, conocer sus historias y acompañarles durante una tarde en la que pudieron darse cuenta de sus grandes limitaciones y carencias.
Fue impactante ver a todos esos ancianitos que terminaron desamparados y escucharles decir que sus hijos no tienen cómo mantenerlos, fallecieron o les abandonaron porque se convirtieron en una carga para la familia.
Para los estudiantes de Fundación Victoria, la visita se convirtió en una experiencia para reflexionar sobre una sociedad más justa y sobre una etapa de la vida a la que todos llegaremos y que debe vivirse con dignidad. Estas personas deben recibir el reconocimiento por su aporte para que hoy tengamos las oportunidades que la vida nos ofrece. Pero al contrario, sufren privaciones significativas como la falta de atención médica completa y escasez.
Por eso el apoyo a los asilos e incluso a los ancianos en nuestro propio hogar, no puede ser algo casual y esporádico para sentirnos bien de vez en cuando. Debemos trabajar para desarrollar conciencia en los demás y entre nosotros mismos, para que nuestro apoyo sea permanente, significativo y de corazón, que tenga un impacto verdadero en la vida de quienes trazaron nuestro camino.